43ª Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas
(ANACCIM)
LAS CRUCES SAGRADAS LEGADO DE NUESTROS ANCESTROS
Primer lugar nacional
Ángel de Jesús Sántiz
Pérez
La Trinitaria, Chiapas
16 años
Asesora: Mtra. Delmi
Marcela Pinto López
Cronista Independiente
de La Trinitaria
Tema
categoría Juvenil B: Cuidados del patrimonio cultural, material y natural.
Estos
puntos sagrados se encuentran ubicados en la cabecera municipal, son cruces de
madera que están a la intemperie, conforme pasa el tiempo se van deteriorando o
de igual manera el pueblo crece, cambia la forma de sus calles y tienen que ser
pavimentadas y si en ese lugar se encuentra un punto sagrado se tiene que
notificar con el rezador principal del pueblo, para poder moverla mientras
terminan el trabajo o también puede ser por reposición de alguna cruz que se
encuentre dañada por el paso del tiempo.
A
principios de este año, se realizó precisamente la reposición de tres cruces en
la cual tuve la oportunidad de asistir como parte del grupo de tambores de la
comunidad de San Mateo, es muy importante llevar a cabo estas ceremonias, estar
ahí y dar fe de lo vivido.
El
domingo 03 de enero del 2021, a las 7 a.m., nos reunimos en la “casa de junta”,
así se le conoce, por encontrarse la imagen de san Mateo y el bastón de mando, en
este lugar nos encontramos aproximadamente 10 personas entre niños, jóvenes y
señores, tocando tambor y pito.
En
el recinto se encuentran recargadas sobre la pared tres cruces pintadas de
color verde, que a decir de las personas mayores simbolizan esperanza y
naturaleza, en la parte horizontal de la cruz, está la fecha que indica mes,
día y año en la que se van a poner; en el centro del altar hay una mesa con
hojas de san Mateo, estas son traídas de la montaña, hay también velitas, agua
bendita, un canastito para depositar la limosna, veladoras encendidas y los
floreros que adornan las cruces en este altar.
El
Señor Jaime López López, es el rezador, quién indica el momento para iniciar
con la ceremonia del ritual, mientras las señoras en la cocina preparan café y
se va juntando la gente en el patio. A las 8:00 a.m. en punto comienza “el rezo
en dialecto”, para pedir permiso y levantar las cruces, los señores listos para
recibir la encomienda, así como las señoras para llevar las flores y velitas.
Primeramente,
nos fuimos al barrio de Pamala, ahí se encuentra una cruz muy dañada sobre un
montón de piedras, se limpió el monte y se sacó lo que quedaba de ella, para
colocar la nueva cruz, con la ayuda de los señores, hicieron a un lado las
piedras, arrancaron con más profundidad el hoyo para acomodar la cruz y el
pedazo de madera en la parte de atrás, no sin antes regar agua bendita y
sahumar con incienso. Posteriormente empezaron acomodar las piedras con un poco
de mezcla de cemento que prepararon y dejaron una pequeña cuevita para encender
las velas, durante el rezo colocaron las flores y el son de los tambores no
cesaron, así como la quema de los cohetes, en este punto sagrado es para pedir
permiso y poder entrar en la cueva de Nashac, que es la segunda cruz que se va ir a
cambiar.
La
segunda cruz, está alejada de la cabecera municipal entramos en un camino de
terracería y más adelante dejamos los carros por la estreches del camino así
que tuvimos que caminar por una vereda, todos en fila, había mucho monte con
riesgo de encontrar algún animal venenoso. Adelante van los tamborileros para
ir tocando en todo el recorrido, luego quienes llevan la cruz, las flores,
velas, el rezador y así sucesivamente aproximadamente unas 30 personas
asistimos.
Al
fin se llegó a la cueva donde se va bajar a colocar la cruz, ataron bien un
lazo para poder descender y llevar las ofrendas, una vez estando abajo, entramos
a la cueva nos dirigimos hacia donde quedaría la segunda cruz, llegamos al
punto y nos percatamos que la cruz anterior se había quemado por un incendio
que sucedido ya hace un tiempo, tuvimos
que buscar un nuevo lugar para “la crucecita”, mientras que el son del tambor
no paraba, empezaron con el ritual.
Primeramente,
bendijeron y sahumaron el lugar donde quedaría la cruz, una vez colocada empezó
el rezo, después de haber terminado con el ritual, nos pusimos a cortar flores
de san Mateo como le conocemos nosotros son unas hojas verdes de tres picos que
se encuentran en esa parte de la cueva, antes que nada, preguntamos con el
rezador, si también podíamos llevar dichas plantas ya que se trata de un lugar
sagrado y hay que tenerle respeto. Después de quedarnos un rato a vigilar las
velas y descansar, el rezador dijo que era hora de subir donde nos esperaron
algunas personas que no pudieron bajar.
Empezamos
a ascender, fue algo difícil subir, ya que el terreno es muy arenoso y el
zapato resbala, por fin escalamos todos y ahora sí “a desayunar” pero antes de
esto el rezador hace la oración para dar gracias por los alimentos que se
llevaron como: dobladas de frijol, huevos, pepita molida, salsa verde,
tortillas, pan y café, terminamos de desayunar y nos dirigimos a los
carros.
Ahí
en ese mismo lugar nos encontramos con un árbol de incienso donde muchos fueron
a cortarlo para poder llevar a su casa, ya que es muy oloroso y no se compara
con el que nos venden ahora. Todos llegamos bien a los carros, porque platican
los señores conocedores de estas ceremonias “que la persona que no va con fe y
respeto corre el riesgo de algún peligro durante el trayecto o inclusive ver
algo fuera de lo común como es la serpiente enorme guardián del cerro e impide
el paso a la cueva”.
Ahora
es momento de partir para ir a colocar la tercera y última cruz que se
encuentra en el barrio de Los Ocotes, ahí algunos habitantes de esa cuadra ya
nos esperaban con sus braceros y flores, acomodaron una mesa con un mantel
blanco y las ofrendas, se inició con el ritual como en las anteriores, con
mucha fe y respeto sin olvidar lo que simboliza para los pueblos, y que
sobreviva a través de los tiempos.
Las
y los señores quedaron muy agradecidos por seguir con estas costumbres y no
perder el legado de nuestros ancestros, salvaguardar los puntos ya que son
lugares sagrados de protección al pueblo, nuestro espíritu se alimenta, se
llena de gozo, al realizar estas tradiciones y costumbres, el compartir los
alimentos, el olor del incienso que nos embriaga ese aroma tan peculiar, el son
de los tambores y pito, música autóctona de los dioses, el lenguaje predilecto
para pedir permiso a la madre tierra, que nos proteja de todo mal y tener
buenas cosechas para abastecer al pueblo.
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